2/10/13

España, tres décadas de un país en venta.

37 años hace de la muerte de Francisco Franco, una defunción que dio lugar al primer paso hacia la democracia, aunque quizás con el transcurso del tiempo no hayamos hecho más que cambiar una dictadura por otra, encontrándonos realmente en una plutocracia (gobierno centrado al favor de los más acaudalados).

Durante los años de transición, la documentación no refleja unos claros indicios de la venta de España, por lo que omitiré comentarla, ya que la desarticulación de nuestra nación como potencial país prospero, el tema a tratar, da comienzo y se comprueba mucho mejor en los gobiernos posteriores.

Aunque “venta” no es del todo la palabra apropiada para explicar el expolio que hemos ido sufriendo. Un robo paulatino a medida que se ha ido creando progreso, en un embargado gradual mantenido bajo la máscara de que nos repercutía beneficiosamente.
Una realidad que ya no se encuentra en la boca de una ínfima minoría, a la que hasta hace relativamente poco, ni siquiera se le daba voz, sino que se ha vuelto una objetividad ante los ojos de todo el mundo, abofeteándoles continuamente la cara y ya depende de cada cual, si desea seguir sin verla.



Cronología de un engaño.


Por eso antes que nada, un reconocimiento a esta minoría, que se digna de encomio, estableciendo un paralelismo con la historia reciente del Partido Socialista.

En los primeros años de la transición, los más visionarios, negaban que el PSOE fuese un partido de izquierdas y hasta sabían que tras su fachada no se escondía más que los intereses encubiertos de quienes no desean el bienestar de la población, sino el propio, el de los dueños de Felipe Gonzales & Cía. A cambio del enriquecimiento de la cúspide del partido.
Verdaderas mentes brillantes que vislumbraban el teatrillo tras el que se escondía el salvaje neoliberalismo que se iba a montar.
Increíble la agudeza mental con la que contaran este pequeño grupo, para ver las mentiras antes de que entraran en acción.

Antes de las elecciones de 1982, el partido por boca de su presidente abandonaba el marxismo, aunque seguiría conservando su sigla de socialista, lo que produjo un desencanto, pero mayoritariamente se comprendió como necesario.

Lo que hizo que a los que tuvieron más luces se les cayera la venda, fue durante su primera legislatura, donde se comenzó un escueto desarrollo de las infraestructuras y las inversiones sociales, a la par que se bajaron las pensiones y se subieron los precios, el tipo de interés, los impuestos y se desmantelaron multitud de industrias.
Era la solución a la crisis que se inicio en 1979, pero por mejor que lo publicitaran, unos pocos opinaban que así no solventaba los problemas un verdadero partido de izquierdas.

Tras la incorporación en la Unión Europea y con un respaldo mayoritario en las elecciones, en 1986 el PSOE es relegido, en el comienzo de un espectacular crecimiento económico, tanto estatal como internacional, donde la recaudación del gobierno no tuvo precedentes, en parte gracias a la llegada de los fondos europeos, lo que permitió una inversión pública como nunca se había visto; autovías, aeropuertos, mejoras de los servicios sanitarios, educativos, etc.
Sin embargo, los niveles de paro se mantenían altísimos y las desigualdades sociales iban en aumento.
Los trabajadores poseían cada vez menor poder adquisitivo, mientras que la patronal aumentaban sus ingresos. A algunos pocos, esto no les parecía ni socialismo, ni socialdemocracia ni siquiera justo.

Aunque como el desengaño, sólo pertenecía a un pequeño conjunto, el partido socialista volvió a conseguir mayoría en su tercera legislatura de 1989.

Mientras las familias menguaban su consumo, la prosperidad económica del país proseguía, persistiendo el proyecto de modernización hasta toparse con la crisis a escala internacional de 1990.
Aunque en realidad, en nuestro país se retrasó por 2 años gracias a las enormes financiaciones que se llevaron hasta la fecha, más los importantes eventos de la EXPO de Sevilla y las olimpiadas de Barcelona, lo que conllevó no sólo una enorme mejora de estas ciudades, si no también una nueva autovía Madrid-Sevilla y la línea del AVE.
Pero todas estas inversiones se convirtieron en deuda, al no poder retrasarse más la crisis nacional que sufría el severo agravamiento del precio del petróleo, debido a la guerra del Golfo, la balanza de pagos negativa, el déficit de la mayoría de las administraciones públicas, por un gasto que no podría catalogarse de mesurado y otro subconjunto de factores. En estos años, se desbocó la inflación, la tasa de paro elevada, se disparó del 16’1% al 24’1 y multitud de empresas no pudieron soportar el fuerte golpe de la depresión, teniendo que ser cerradas.
Otro perjuicio a destacar, fue la coincidencia con la peor sequía en España del siglo XX, lo que dañó enormemente al sector agrario.

Pero si algo desgasto e hizo mella en el gobierno de Felipe Gonzales, fueron los casos de corrupción que comenzaron a surgir.

En las elecciones de 1993 por primera vez el PSOE tuvo que formar gobierno de coalición, pactando con Convergencia i Unió.
Una legislatura, marcada por el destape de exorbitantes casos de corrupción más otros escándalos políticos, mermando así la confianza en el gobierno felipista, que vio colmada la tensión política por la ruptura del pacto con CiU, que votó en contra de los presupuestos generales, lo que motivó unas elecciones anticipadas de 1996, con una sensible bajada en el número de votantes socialistas y el vencimiento muy reñido del Partito Popular.

Tras el inicio de recuperación de 1995, en 1997 se sale de la crisis y España entra en una década de prosperidad económica, propulsada enérgicamente por el gobierno del Partido Popular, aunque lamentablemente tanto el impulso como la bonanza son efímeros, pero es algo que veremos mas adelante.


Sirva este primer bloque como elogio a esas personas de agudo criterio, que les permite ver tras las máscaras y conocer lo que va a acontecer antes de que se produzcan los hechos, percatándose de los derroteros.
También alabar a todas esas personas desengañadas, que renegaron de las siglas que falsamente representaban su ideología.
Así como la desilusión de todas esas personas de izquierdas, que se le abrieron los ojos ante un gobierno que no cumplía con lo que las directrices de sus doctrinas dictaban.
Y por último desdeñar a todos aquellos que persistan en la infantil esperanza, manteniendo su voto.
Hacia unos gobiernos que nunca han sido de izquierdas, sólo con el único afán de aparentarlo, escondiendo un partido de derecha liberal que otorga caramelos sociales, para sostener su imagen.

Desde el principio la “S” y la “O” del PSOE se tambaleaban y rápidamente se cayeron al fango, por eso pasados más de 31 años de su primera envestidura al poder, a su electorado no le puedo guardar demasiada simpatía. No porque al partido al que votan, les engañe haciéndose pasar por socialdemócratas o con un falso enfoque de provecho para la clase obrera (este disfraz, ya no saben ni cómo ponérselo) sino porque han sido unos gobiernos que han creado mayor desigualad, injustica y perjuicio para el pueblo de la nación, y lo que posee todavía más difícil remedio, el mutilamiento de las vías de riquezas.
De esto último tratará el segundo bloque.



Encadenando una Nación.


Para entender el porqué este país lleva más de 3 décadas prostituyéndose y liquidándose a sí mismo, retrocedamos de nuevo en el tiempo, hasta retornar al presente, mostrando por el camino el proceso de expolio.
Con otra mirada diferente a la expuesta. Una óptica más dolorosa y menos superficial para poner de relieve cual es el verdadero legado de los partidos políticos que nos gobiernan.
Los que nos han conducido al atolladero de ser un país especializado en una facción del sector servicios, que genera una economía precaria e insuficiente para todo el estado.


Proyecto de Reindustrialización.

Las primeras lesiones graves, fueron producidas por el proceso de “reindustrialización y reconversión industrial” como forma de cura a la crisis que empezó a padecerse en 1979.

Tal transformación significaría el desmantelamiento de buena parte de la industria pesada más obsoleta.

De cara a la producción futura, las unidades industriales que se mantuvieran deberían adaptarse al nuevo ciclo tecnológico y al mercado, reorientándose en productos de mayor demanda, sin intentar competir en los sectores maduros, tanto pesados (minería, construcción naval, siderurgia) como ligeros (calzado y textil), con los menores costes laborales de los nuevos países industrializados; aplicando nuevos sistemas de organización y de gestión.

Se intentó ajustar la oferta a la demanda mediante la eliminación del exceso de capacidad, cerrando instalaciones y ajustando las plantillas laborales con todo tipo de medidas (regulación de empleo, despidos definitivos, prejubilación, etc.)

Impacto social en el País Vasco dada la reconversión
El Plan de Reindustrialización Sectorial se centró más en el saneamiento que en la reforma, procurando como objetivo la estabilización económica, ocasionando recortes importantes en la capacidad productiva de las empresas de los sectores más tradicionales, el cierre de multitud de fábricas vetustas y la pérdida de miles de puestos de trabajo.
Así en 1974, España era la décima potencial mundial a nivel industrial, pero debido a las debilidades del sector que eran más que patentes, con el consecuente detrimento de la demanda por época de crisis y a este plan instaurado en 1984, podría decirse que pasamos a reconvertir la industria a la nada.
De la transformación de métodos de producción arcaicos, a la modernización de menor tejido industrial.

Si bien la intencionalidad del gobierno era distinta, al menos cara a la ciudadanía, llegando las inyecciones monetarias a la cifra del billón y medio de pesetas, que desafortunadamente o no presentaron el suficiente apoyo para reconvertir sectores anticuados (aunque productivos) o no fueron del todo bien empleados. Sea como sea, el tejido industrial viejo y obsoleto, sufrió un duro golpe con esta crisis, quedando mermado y cercenado, lo que se tradujo en un saneamiento económico al prescindir de este lastre en la depresión, favoreciendo el reflote nacional, pero no así en el capital de los empresarios y despedidos.

Aunque cabe destacar, que no en todo el tejido industrial sufrió detrimento como el químico, cuero y textil, metalúrgico, naval, etc. Sectores como el energético y en menor medida el de automoción, si salieron beneficiados actualizando sus estructuras e intensificando su rendimiento.


Ingreso en la Comunidad Económica Europea.

El segundo gran impacto que sufrió el país en sus vías de desarrollo económicas, se produjo al aceptar las condiciones presentadas para el ingreso en la Unión Europea, cuyas peticiones nos fueron nefastas.


Fin de las prerrogativas.
En 1970 se había firmado un acuerdo que resultaba preferencial para España, ante tal acusante desigualdad, los países comunitarios consideraban desequilibrado este favor, tanto por disfrutar de aranceles propios para la importación, como por las rebajas de impuestos a las exportaciones. Así el ICGI (Impuesto de Compensación de Gravámenes Interiores), suponía una importante protección adicional para nuestros productos, aumentando el precio de los procedentes del extranjero que veían encarecer su valor dificultando su competencia con los nacionales.
Mientras que con la Desgravación Fiscal a la Exportación (DFE) implicaba una subvención o un abaratamiento de los impuestos nacionales hacia los productos que se exportaban.

Con lo que al ingreso en la CEE (Comunidad Económica Europea) España se equipara al resto de países miembros, haciendo desaparecer todos lo aranceles y restricciones sobre el intercambio de los productos comunitarios, estableciendo la TEC (Tarifa Exterior Común) para el resto de países no pertenecientes.


Agricultura.
En 1982 nuestra producción agrícola suponía aumentar en un tercio la suma total en la productividad de los países miembros, con grandes excedentes de vinos, frutas y legumbres que competían con el producto francés e italiano.
Por lo que para evitar que nuestra alta producción siguiera en pugna con el establecido mercado europeo, se tomaron medidas para la limitación y disminución del cultivo del olivo, de la fresa, de los viñedos, la vid, olivos, cereales, derivados lácteos, etc.
Lo que nos creaba un doble perjuicio, pues restringíamos nuestra producción vendiendo menos y al ingreso en el mercado común, nos afectaba negativamente por aumentar el precio de nuestros artículos al equiparse al de los países miembros, para no crear desigual competencia.
Así que nuestro propio comercio interior, vio cómo se encarecían los productos que antes consumíamos mucho más baratos.

Se podría proseguir relatando con ejemplos y detalles a decenas, las medias ha tomar desde nuestra incorporación a la CEE hasta hoy, como la casi extinción del cultivo de algodón por influencia francesa, pero un par de imágenes en gráficas, valdrán por todas las exposiciones.
De aportar un 33% más a la obtención total de los 9 países miembros en 1982, hemos pasado a la mitad de lo que produce Francia, situándonos por detrás de Italia.
Resultando evidente que las restricciones a la producción y comercialización, y la regulación de precios por los mandatos europeos, nos son severamente contraproducentes.
A cambio percibíamos subvenciones (que ni sirven para la supervivencia de los jornaleros, aunque enriquece aún más a los latifundistas) que dilapidan la que podría ser una de las principales fuente de ingresos.


Pesca.
España era la principal potencia pesquera europea y la cuarta del mundo, al temer los estados comunitarios su competitividad, le impusieron unas condiciones draconianas de carácter represivo y discriminatorio en las negociaciones para su ingreso.

Prescribiendo un régimen transitorio por el que se excluía el acceso de los pesqueros españoles a los mares Báltico y del Norte durante diez años y al caladero Irlandés; Irish Box, hasta el año 2002. Se limitó a 300 el número de buques que podían faenar en las aguas comunitarias –no más de 150 de forma simultánea–, obligándoles a informar de sus entradas y salidas de dichas aguas, mientras se les imponían sanciones especiales.
Asimismo, se requería la finalizaron de los provechosos convenios pesqueros (rentables pactos con Marruecos, la salida de la organización de pesquerías del Atlántico Norte con la consecuente pérdida del poder y peso asentados, y nos exigieron retirarnos de las Organizaciones Internacionales de Pesca) para ser sustituidos todos ellos por la Comisión Europea que no velaba especialmente por el interés español.

Un varapalo importante para nuestra imponente flota pesquera, por la imposibilidad de faenar por varias zonas durante una década. Condiciones que no fueron anuladas en su totalidad llegada la fecha, continuando las limitaciones a lo largo del tiempo, teniendo que formar empresas conjuntas con otros países para poder pescar.
Si bien en la actualidad, el panorama pesquero ha cambiado drásticamente, encontrándose en nuestros tiempos los caladeros comunitarios (donde se prosigue discriminando a España) explotados o sobrexplotados, con sus recursos casi agotados.

Tal discriminación se demuestra con el ejemplo de que con una capacidad del 29%, España sólo recibe una cuota del 11% (6% en las aguas comunitarias), mientras que Dinamarca, con capacidad del 5%, recibe una cuota del 41%.
Lo que nos transformó de ser un país exportador a importador, en materia de pesca (y en tantas otras…)
De hecho a efectos estadísticos, nuestro país se come en 4 meses su cuota de pesca, teniendo que importar en los 8 meses restantes, pescado de terceros países.



Otros factores.


– Para no rivalizar principalmente con la industria láctea belga y alemana, se redujo gradualmente la producción de leche, por lo que se sacrificaron más de 2'2 millones de vacas con una pérdida de 180.000 pequeñas producciones ganaderas de ámbito familiar.

– La producción del acero se vio reducida en un 16%.

– Con la segunda reindustrialización en 1991 (bajo la supervisión europea) se diezmo la gran industria siderúrgica así como la naval, se desmantelaron los Altos Hornos de Vizcaya y Sagunto, la Ensidesa de Avilés y el desmembramiento de las grandes industrias textiles catalanas.

Etc.

Así con un sector primario que se iría deshabilitando a lo largo del tiempo y un sector industrial atrasado que no se adaptaba, ni expandía ni se modernizaba adecuadamente, España creció por la única vía que no tenía capada, el sector servicios.


Beneficios.
Es innegable que el caudal financiero recibido de la UE en forma de; subvenciones, incentivos para la reforma, fondos estructurales y de cohesión, etc. Sumando un total de más de cien mil millones de euros, han transformado el país sustancialmente.
Reformándolo radicalmente en estos 27 años y entre otras compensaciones, mejorando sus bienes sociales, especialmente en educación y sanidad. (Pero tal y como dice precisamente un dicho de nuestro país; Nadie regala duros por pesetas).

Pero hablar en detalle sobre las ganancias que se han llevado nuestros inversores gracias a nuestra incorporación en la UE, es un apartado tan interesante como complejo, que daría para otro tema.
Aunque a grandes rasgos, se deduce de éste.



Conclusión personal de este apartado.

Durante nuestro ingreso y permanencia, España ha tenido que aceptar unas condiciones excesivamente duras, aceptando las exigencias de la Comunidad en forma de limitaciones o largos períodos transitorios, para aquellos sectores españoles más competitivos o para aquellas cuestiones en las que los miembros de la CEE podían verse perjudicados.

De este modo, España ha condicionado su crecimiento económico por caminos que no le dejaban recorrer y por otros que sí, sustituyendo ciertos sectores industriales por servicios y enfocando nuestros pilares económicos, principalmente en el turismo.


Desconocemos lo que habría sido de esta nación sin la incorporación a la CEE o si las negociaciones hubiesen sido bien distintas.
Contamos con los hechos del pasado, como que España antes de su ingreso crecía a buen ritmo, incluso con un aumento superior a países comunitarios más adelantados, aunque por otro lado, nuestros sectores productivos se adaptaban mal a los tiempos, quedando muchos de ellos desfasados o deficitarios.

Lo que sí se manifiesta evidente, es que con los mismos políticos que tenemos, el camino hubiera sido prácticamente el mismo, vendiéndonos, prostituyéndonos o plegándonos de similar forma al mejor postor.

Aunque de lo que sí tendré el atrevimiento de figurar, por el amago de cotejar el avance, es de hacer una comparativa con la forma de vida en la época de los 60s ó 70s y la actual. Sin entrar en temas escabrosos de una atroz dictadura.
En mi humilde opinión, pese a que la equiparación dificultosa, en aquellos años oscuros o grises, el ciudadano español medio poseía una calidad de vida semejante a la contemporánea, aunque a simple vista se diría que éramos más pobres, antes con el sueldo de una persona se mantenía un hogar de tres o cuatro hijos.
Sin embargo, con un mero salario a día de hoy, no da para una pareja y un único hijo.
Siendo el coste de vida y sobre todo el de vivienda disparatados, y es gracias a la incorporación de la mujer en el mundo laboral, por la que ahora una familia puede vivir mejor y tener más hijos.
Claro que actualmente disponemos y deseamos mayor confort.
Hace no demasiado tiempo, pocos ciudadanos disponían de coche, ahora casi todo el mundo los tiene, hoy en día se encuentra un televisor casi por cada sala de la casa, cuando antaño sólo se hallaba uno por vivienda, en la actualidad disponemos de mayor número de electrodomésticos, PCs, móviles, vestimos y calzamos mejor, etc.
Por lo que en conjunto, aún con mayor confort y consumo, los resultados no dejan de ser similares en 50 ó 40 años, poseyendo un poder adquisitivo superior, pero sólo si consideramos que entran dos sueldos por vivienda, así que la conclusión podría ser que tenemos la misma calidad de vida, estando congelados en el tiempo, prosiguiendo la ciudadanía en una vida que bordea la precariedad, con grandes dificultades para llegar a final de mes, por más ‘desarrollado’ que se haya vuelto el país.
En mi opinión personal, definiría de paralización, el avance social en 40 años.

Opiniones personales al margen, que divago, prosigamos en el segundo bloque con otro de los primordiales factores de la venta (o de la prostitución barata) de nuestro país.


Privatización sin excepción.

Durante décadas se nos ha venido inculcando las maravillas de la privatización, que si lo público era deficitario, que no compensa, que lo privado es lo válido, lo que genera lucro y empleo… Por cuanto resulta curioso, que cuando una empresa pública deficitaria y sin posibilidad de generar riqueza se pone a la venta, bastantes corporaciones privadas ansían cazarla, generando en breve sorprendentemente ganancias donde antes sólo había ruina (enorme mentira en multitud de casos por parte de la política).
De cualquier modo, si fuera esto cierto ¿Acaso lo público no puede funcionar como lo privado?
La respuesta es que si se quisiera, se podría y aún mejor, como en el caso de las cajas de ahorros durante años (hasta la infección política) y también podrían considerarse así a multitud de empresas, como a Telefónica. Ejemplo que veremos posteriormente.

Pero antes contemplemos que parte de las empresas que se han vendido a precio de saldo o semi-regalado, generaban unos enormes beneficios al estado (por algo se llamaban las joyas de la corana), y cuando un estado se queda sin más fuentes de ingresos, alcanzando altos niveles de deuda, de lo único que le puede seguir extrayendo caudal son de los impuestos a la ciudadanía.
Por eso en caso de que el balance estatal sea deficiente, se suben los impuestos, y de proseguir la recaudación siendo inadecuada, se elevan aún más y se procede a recortes sociales y de los derechos.

Pero bueno, dije que no era un tema de opinión dada la extensión, así que vayámonos a los hechos objetivos; los datos.


Privatizaciones durante el gobierno socialista.
En la primera etapa de la “reconversión industrial”, la mayoría de las privatizaciones fueron de pequeñas o medianas empresas, por la justificación de que no disponían de dimensión suficiente para competir en el mercado. Dando comienzo el proceso privatizador en 1985 en la venta de Textil Zaragoza, cuyos trabajadores presumían de elaborar la mejor moqueta de la península y en cuya transacción de venta estuvo interesada una empresa alemana, que no terminó por adquirirla.
A partir de aquí, el proceso de privatización tanto a compradores nacionales como internacionales no cesa en empresas de menor o mayor tamaño, como las de automoción, SEAT y ENASA. También a destacar TRASATLANTICA (transporte marítimo), Viajes Marsans y ENTURSA (turismo), SECOINSA y TELESINCRO (electrónica), La Maquinista Terrestre y Marítima, ATEINSA y Fábrica San Carlos (bienes de equipo), G. E. Álvarez y ARTESPAÑA (artesanía), y La Luz, OESA, más otras pequeñas empresas de alimentación, además de empresas de menor entidad pertenecientes a estos y otros sectores productivos.

Entre tanta venta, hubo asuntos que se pueden calificar de muy turbios u opacos, como en el caso de SEAT, en el que nos detendremos por un momento:

La solución final tomada por el gobierno de Felipe González, fue la inyección en la caja de SEAT de 180.000 millones de pesetas, para luego vender un primer paquete accionarial a Volkswagen por 40.000 millones de pesetas. Alguna fuente señala que cuando se vendió SEAT a Volkswagen, Fiat mostró su descontento, haciendo ver que en esas condiciones también se habrían quedado ellos con SEAT.
Posteriormente se vendió a Fiat, la rama de vehículos pesados, Iveco, fabricadora de los camiones Pegaso. 


Un total de unas 90 empresas privatizadas durante la etapa socialista hasta el año 1996, 70 de ellas mediante Venta Directa y 20 privatizadas mediante Oferta Pública.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

El spam y la publicidad, así como los insultos personales a los comentaristas, serán el único motivo de censura en el blog.
Gracias por participar.
(Indicar que debido al deficitario servicio que ofrece Blogger, se recomienda copiar el comentario antes de ser enviado).